Agroexportaciones: La Revolución Verde

El boom agroexportador se fundamenta en el prestigio internacional del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA), del Ministerio de Agricultura, conquistado tras más de una década de derribar barreras.

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Revista CaretasHace dos meses, Ricardo Polis, presidente de la AGAP, se entrevistó en Tokio con las autoridades agrarias japonesas.

Al Japón aún no pueden ingresar nuestros cítricos, uvas, arándanos ni granadas.

Fuente y foto: Revista Caretas

En cambio, las uvas y los cítricos ya superaron las exigentes barreras fitosanitarias en gran parte de las 21 economías de el APEC como Australia, Corea del Sur, Rusia y EE.UU.

La propia China autorizó la importación del arándano peruano –el último grito de la moda de la agroexportación peruana– durante la visita de Estado del presidente Pedro Pablo Kuzcynski en agosto pasado.

La inflexibilidad japonesa no está tallada en piedra, claro.

Después de ocho años de gestiones, pruebas y contrapruebas sanitarias, Japón acaba de expedir el certificado de inocuidad para la mandarina de variedad “satsuma” producida en la costa peruana.

Pero aún falta la visita de los inspectores de sanidad japoneses al Perú en marzo del 2017 para definir el protocolo de acceso al mercado nipón, lo que no ocurre tan rápido como freír tempura.

El presidente de AGAP voló a Tokio para argumentar que el certificado “satsuma” sea válido también para las otras variedades de mandarinas que producimos. El Japón respondió: “iie”. Es decir, no.

“Japón se toma todo el tiempo del mundo y no podemos presionar. Certifican producto por producto y variedad por variedad, uno por uno”, describe Polis con oriental paciencia.

Japón es un caso extremo de la vigencia de barreras parancelarias en el mercado de alimentos en el APEC. Aunque no es el único. México tampoco permite el ingreso de la palta peruana a pesar de que somos socios de la Alianza del Pacífico. A su vez, EE.UU. exige que los espárragos peruanos sean fumigados con bromuro, aumentando el costo de producción y recortando la vida útil del perecible, a pesar que ni la Unión Europea –tan exigente– lo demanda.

El comercio de alimentos es ciertamente uno de los temas más sensibles en los Tratados de Libre Comercio en el mundo. De hecho, la Organización Mundial de Comercio (OMC) está en gran parte trabada por posiciones irreconciliables en ese campo.

Si el promedio arancelario de bienes en el APEC es 5,2%, el de alimentos supera 10%. El ponderado esconde barreras no – arancelarias del tamaño del monte Fuji.

Así, el Perú ha planteado como uno de los temas ejes de la Cumbre un mercado de alimentos funcional, operativo y transparente en la Cuenca del Pacífico. Implica un cambio del paradigma de seguridad alimentaria.

“Nuestra mirada no es un concepto de seguridad alimentaria a la antigua, cerrando mercados, sino impulsando la apertura de mercados. Nosotros tenemos productos que podemos compartir con el mundo para alimentar al mundo”, explica la segunda vicepresidente de la República, Mercedes Aráoz.

La “bandera” peruana obedece al lugar expectante que el boom agroexportador ha ubicado al Perú como proveedor mundial de frutas y hortalizas. Perú es primer productor de espárragos del mundo, el segundo de paltas, el tercero de mangos, el quinto de uvas y el séptimo de mandarinas y arándanos. El 2015, las ventas superaron los US$ 3,000 millones, superior a la exportación de pesca, gas y petróleo.

El sector agroexportador es el segundo generador de divisas del país después de la minería, y con un potencial de crecimiento cantado. Los campos ya sembrados y los nuevos proyectos de irrigación en carpeta como Olmos, Chinecas, Majes – Sihuas, entre otros, lo aseguran.

La granada enfrenta aún la mayor cantidad de barreras parancelarias.

“Tranquilamente le podemos ofrecer al gobierno de PPK el doble de exportaciones al 2021”, dice Polis.

Pero para eso es necesario garantizar el acceso a los mercados internacionales. No se trata de una contrarrevolución trumpiana sino de implementar mecanismos razonables de estandarización de procesos de certificación y protocolos. El tema fue discutido en la reunión de ministros de Agricultura de APEC en Piura.

“Si un producto ya ha sido aceptado por una de las economías APEC, que el resto también lo acepte”, resume Polis.

La sanidad agraria es una legítima preocupación de todo país. La producción de café peruana fue diezmada por la plaga de la roya que llegó de Centroamérica hace solo tres años. Pero el boom agroexportador se fundamenta en el prestigio internacional del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA) conquistado tras más de una década de derribar barreras.

EE.UU. tardó ocho años en certificar la inocuidad de la palta peruana. Desde entonces, los plazos se acortan debido a la seriedad del trabajo local.

Las barreras fitosanitarias vigentes son sobre todo políticas y no técnicas.

Perú no compite en el multimillonario mercado de los granos y otros commodities, sino en el de frutas y hortalizas apetecibles y exóticas. En ese mercado, un melón es un melón y en Japón cuesta un millón.